lunes, 20 de abril de 2009

Paseos a las cataratas del Iguazú

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Hemos sido testigos: la selva misionera no duerme. Agazapada como un tigre, late en la oscuridad con un aliento húmedo que inquieta. En una noche de luna llena, el mismo tren que habíamos tomado a la mañana para recorrer el Parque Nacional Iguazú pierde su andar festivo y conduce a la introspección y a un inesperado estado de alerta. Son las nueve de la noche cuando parte el segundo grupo de pasajeros hacia la estación de la Garganta del Diablo.


Junto a las vías, las luciérnagas iluminan los charcos de agua colorada que formó un ligero chaparrón vespertino. Sobre el río Iguazú superior, los 1.100 metros de la pasarela rechinan bajo los pies y vemos cómo se abren, con pasión, las "damas de la noche", unas flores blancas que se cerrarán con las primeras luces del día.


Paseos nocturnos a las cataratas del Iguazú en Argentina


A lo lejos, ruge la gran Garganta como un imán arrollador Nada resulta ahora tan sensato como los pedidos efectuados al partir en el Tren Ecológico de la Selva: permanecer en silencio, no fumar y usar con mesura el flash de las cámaras. Lo que ocurre es que el paseo nocturno se propone que nada se interponga entre la naturaleza y los sentidos para apreciar mejor los sonidos de la noche, los aromas y el paisaje iluminado por la luna y las estrellas.


Los guías insisten en emprender la vuelta cuando nadie termina de disfrutar del gigantesco abismo de agua clara. La mayoría permanece inmóvil, con la mirada fija en la cortina furiosa que nunca se detiene.

miércoles, 15 de abril de 2009

Península Valdés

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Hacía ya mucho tiempo que la idea de compartir por unos días nuestra existencia con los animales propios de esta región bullía dentro de un puñado de rancheros.



Y finalmente lo podemos contar. Las excelentes tomas que filmaron en sus viajes los amigos Rodríguez Palero y Severino Vezzaro nos dieron el impulso necesario para programar este paseo a Península Valdés y sus alrededores y cristalizar de esta manera un sueño largamente acariciado: vivir la inolvidable experiencia de observar a estos gigantescos mamíferos en su ambiente natural.


Salimos como estaba previsto a las 8 de la mañana desplegando toda nuestra euforia en el arranque desde la Av. José P. Várela, uniéndose a nosotros, en Cardona, el otro grupo que allí esperaba. Almorzamos después del puente, en un hermoso barrial (que todavía no sabemos quien eligió) y llegamos a Lujan a las 20 y 15.



En la segunda jornada llegamos a Azul, parando en el A.C.A., sobre la ruta, donde pernoctamos.


Al día siguiente iniciamos el despegue a las 7, en razón de que el tirón previsto para ese día era por demás extenso. Almorzamos en Bahía Blanca y a las 15 y 45 reiniciamos el viaje llegando a Fortín Mercedes con los últimos rayos del sol acariciando la Iglesia del Colegio Salesiano, el Museo y demás construcciones del Fortín.

Acordamos saborear una chorizada como broche de la jornada y fue así como, mientras los más expertos aprontaban el fuego y algunos señores "proHjeaban" la casita, otro grupo se fue a charlar a orillas del traicionero Río Colorado (dicen que ha cobrado varias víctimas), impresionados todos por la ausencia de mosquitos, quienes, en un alarde de hospitalidad, nos dejaron disfrutar a pleno hasta el último minuto de la cena.



Turismo natural en Península Valdés



De sobremesa, a pegadizas tonadas folklóricas, se le ensamblaron algunas estrofas relativas a cada familia (sin dar nombres, por supuesto) y entre risas y aplausos cada una supo ponerse el sayo correspondiente.



Al día siguiente repetimos el madrugón y a las 7 de la mañana retomamos la ruta 3 que nos llevaría a conocer 2 ciudades: Carmen de Patagones y Viedma. La primera está situada en la margen septentrional del Río Negro, tuvo su origen en el Fuerte fundado en 1779 por el explorador don Francisco de Viedma. De la antigua ciudadela se conserva la torre de piedra utilizada primero como atalaya y más tarde como campanario.



Contrastando con el llamado "distrito histórico" de construcciones coloniales y veredas escalonadas que bajan hasta el río, se elevan en esta ciudad modernos edificios acordes con el progreso de la época aunque se sigue respirando en ella ese aire tranquilo de las ciudades de provincia.



El río Negro es el límite provincial natural que demarca a Carmen de Patagones en la Provincia de Buenos Aires y a Viedma en la Provincia de Río Negro.


Cruzando el río Negro entramos en Viedma, ciudad capital de la Provincia de Río Negro y que ha gozado de mayor popularidad, en gran parte, porque se ha considerado posible el traslado hacia ella de la Capital del país hermano.

Fue fiindada también por don Francisco de Viedma y quedan pocos vestigios de sus orígenes pues una crecida del río Negro la destruyó completamente en el año 1899. Su reconstrucción la transformó en una moderna urbe con amplias calles y avenidas e importante desarrollo de diferentes atractivos turísticos e históricos.


Luego de recargar las pilas (almuerzo + descanso), a la hora 15 proseguimos la marcha llegando de tardecita al Balneario Las Grutas. Pero, antes hicimos un desvío para conocer un pequeño poblado: San Antonio del Oeste, siendo testigos, desde su rambla, de un hecho insólito (para nosotros) y que deberíamos haber tenido muy en cuenta al día siguiente para evitarnos un buen susto.



Observábamos la inmensidad del océano en un atardecer divino, calmo, prometedor de la excelencia de futuras jornadas, cuando avistamos un auto que bajaba a la playa estacionando a unos cuantos metros del agua. La arena, muy firme, le permitió rodar hasta allí sin ninguna dificultad (¡Poco después sabríamos porqué estaba tan firme la arena!).

A los pocos minutos vimos que las pequeñas olas morían bajo las ruedas del auto y, ante nuestro mudo estupor, pocos minutos después el agua llegaba hasta la altura de las puertas. Desesperadamente sus ocupantes corrieron en busca de ayuda y de inmediato se presentó un camión auxiliar (baqueanazo en esas lides), que con gruesas cadenas comenzó el trabajo de rescate bajo la luz de nuestros focos que enviábamos desde la rambla.